Los esquíes evolucionan año tras años. Fabricantes y técnicos buscan permanentemente soluciones que puedan mejorar las prestaciones físicas y mecánicas de los equipos así como también la imagen del producto.
Hace unos cuantos años, cuando las tablas de esquí eran de madera, el criterio esencial para juzgar la calidad era la solidez. Lo fundamental era que la tabla no se rompiera y que fuera durable. Pero a mediados de los años 60 comenzaron a utilizarse materiales como fibra de vidrio, metal con nuevos sistemas de ensamblaje hicieron que estas preocupaciones sean menos relevantes.
En los últimos años, los esquíes se fabrican con elementos como el aluminio, el carbono, le kevlar y el titanio. Estos materiales han posibilitado la producción especial de tablas con características especiales para diferentes categorías de esquiadores.
Del mismo modo, otras innovaciones han aparecido en las diferentes variantes de este deporte. En el caso del esquí de fondo, ha aparecido el skating, que ha introducido innovaciones técnicas y tecnológicas, en el del esquí alpino, el carving, han rediseñado la forma de la tabla incorporando un patín y disminuyendo su longitud. Los esquíes de travesía no han desarrollado grandes modificaciones tras la irrupción del carving. Por su parte, el telemark, ha descubierto nuevas soluciones técnicas.
En cualquiera de estas variantes (alpino, de travesía o telemark) las tablas comparten ciertas características.
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Todo esquí es básicamente una tabla estrecha que posee una cola, una punta y una parte central. La punta de la tabla está levemente curvada hacia arriba para evitar que éste se hunda en la nieve. Debajo de esta punta se encuentra la espátula que junto con la cola es la parte del esquí que entra en contacto con el suelo. La zona central, es el área que cuando no está cargado, no entra en contacto con el suelo. Finalmente, observaremos también que el esquí presenta un ligero arco o puente que permite una mejor distribución de la presión en todo el esquí cuando soporta el peso del esquiador.