En el caso del esquí de fondo es más importante evaluar la dureza de sus tablas que la longitud. Si observamos una de estas tablas de lado, apoyándola sobre una superficie plana, podremos ver que la parte central crea un puente. La punta del esquí debe tener una cierta flexibilidad para adaptarse a las irregularidades de la nieve, mientras que la cola es más rígida para permitir la maniobrabilidad, particularmente en las curvas. Finalmente, la parte central determina sus propiedades de deslizamiento y estabilidad: mientras que un esquí demasiado duro no permitiría el contacto adecuado en la fase de impulso en la técnica clásica, este resultaría demasiado ineficiente para transmitir la energía que requiere el skating. El asesoramiento del experto es fundamental para resolver esta cuestión en el momento de la compra.
En términos aproximados puede decirse que el esquí debería aplanarse por el peso del cuerpo: una deformación insuficiente no permitiría el apoyo adecuado de la parte central, mientras que una exagerada crearía fricciones inútiles y echaría a perder la restitución de la energía elástica acumulada por el esquí en la fase de carga.
Existen en el mercado tres niveles diferentes de dureza: soft, medium y stiff. Puede encontrarse también modelos especiales para nieves duras o blandas.
Los esquíes de fondo para la técnica clásica, a diferencia de los de descenso, no son entallados. En ellos, la punta y la cola suelen ser más estrechas que la parte central. Por otra parte, la punta de esquí de fondo es mucho más redondeada que la de esquí en descenso. Finalmente, el esquí de fondo es mucho más liviano, aunque fuerte frente a la flexión dado que su espesor es mayor en la zona central (bajo los pies).
Los esquíes de fondo para la técnica skating presentan don patines ligeros en la parte anterior y posterior respecto al pie. Tienen además los bordes más rígidos. Estas características le confieren una mayor posibilidad de impuso durante el patinaje.